jueves, noviembre 14, 2013

Apertura del programa 192 de Cuaderno de Informes

La cuestión de algunos hechos violentos en algunas escuelas o en sus inmediaciones nos debe hacer pensar. Aquellos que dirigen, representan o tiene la misión de interpelar a los gobiernos no pueden histéricamente reaccionar del mismo modo que una víctima.

  Esencialmente lo primero que hay que distinguir son los diferentes hechos, si bien muchos tienen un mismo origen, la violencia social, no todos tienen el mismo desarrollo y el mismo fin. Entre los diferentes actos debemos separar los delitos como robos a docentes y alumnos en las cercanías de la escuela, otros robos a la institución misma. Los destrozos que generan el ingreso de personas fuera del horario escolar para sacar algún objeto o por el hecho de marcar un acto violento hacia la institución.

  Todo lo mencionado anteriormente no puede mezclarse con las reacciones violentas de un alumno hacia otro, hacia un docente, entre padres o porque no decirlo en sentido inverso, de docentes hacia el resto. Insistimos son, quizás del mismo origen, no saber resolver problemas de otro modo, pero tienen caminos distintos y soluciones diferentes al menos en plazos menores a los que propone una revolución pacificadora.

  En cuanto a los actos delictivos, pedir rápidamente presencia policial en la puerta de la escuela o adentro suena cuanto menos chocante. No hay dos instituciones más opuestas que policía y escuela, más aun teniendo en cuenta que en la provincia de Santa Fe los ex jerárquicos de las fuerzas represivas han sido procesados por su connivencia con el delito organizado que tiene como escalón último a los adolescentes y jóvenes flagelados por la droga que terminan en el delito violento del asalto menor.

   Las soluciones deben correr por otros carriles, tal vez deben incluir a las fuerzas de seguridad, pero no es introduciéndolas físicamente y de golpe en los lugares en donde se predica la palabra como acción reparadora del mundo y se promueve evitar la acción física como resolución de problemas. El resto es seguidismo berreta que poco cambia las condiciones violentas en que se vive cerca de las escuelas.


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