jueves, agosto 15, 2013

Editorial 180 de Cuaderno de Informes

  Jardines privados, parques privados, edificios privados, empresa de gas privada, barrio privado… Sigue el festival de los privados. Del otro lado el refrán, los privados de luz, de cloacas, de gas…
   Daría la impresión que en aspecto de servicios a nadie le va demasiado bien en Rosario. Para colmo las desgracias nos vuelven paranoicos y vemos la noticia del diario en cada esquina. La ola de mala suerte en el paralelo 42 no está tan determinada por los astros. Es cierto, hay mucho de desgracia, de fortuito e inimaginable, pero también hay de asuntos que la ciencia puede resolver. Obviamente, que la sociedad y por sobretodo la política debe inmiscuirse.
   Ejemplos didácticos: Aparece una nueva peste desconocida de fácil contagio, perecen miles de rosarinos. No se puede culpar a los ministros de salud de no conocer la nueva enfermedad por venir. En todo caso deberían proveer un buen centro de investigación y cuarentena. Ahora bien, una epidemia de cólera azota Rosario con miles de víctimas, pues entonces, ¿no había agua potable, baños, jabón? ¿No detectaron en el primer caso la forma de detener una enfermedad milenaria? En este hipotético caso, las autoridades tienen responsabilidad directa y total.
   Viendo los dos casos ficticios anteriores en ambos extremos, muchas cuestiones que aparecen en los diarios son un gris que están en medio de todo. Jardín que maltrata a niños, explosiones, ruedas gigantes flojas, trenes imparables, etc. En todos los casos un factor común, emprendimientos privados que se salen del control.
   El núcleo de nuestra forma de pensar tiene que cambiar radicalmente acerca de lo privado, lo individual, el negocio. Sea de un dueño, una sociedad anónima o un grupo de chantunes. Debemos participar más, controlar más, tener un sentido más comunitario. Lo único privado valioso es la intimidad de las personas, el resto debe estar ante el ojo vigilante del ciudadano en la forma que se le ocurra.

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