Hace 34 años un sector importante de la sociedad argentina reclamaba orden a gritos. Los operadores internacionales querían meter la pata en el rebelde país del sur que tenía el mejor nivel de vida de Latinoamérica. Así soviéticos y yanquis fianciaron de uno y otro lado un enfrentamiento desparejo. De ninguna manera tenían que ganar los sectores populares. Entonces, comunistas, liberales y el espectro más importante de la clase media argentina golpeó con fuerza las puertas de los cuarteles. También los montoneros fueron partícipes involuntarios del hecho.
Perdieron todos, los "nazionalistas", los "zurdos", la clase obrera y la patria. Ganaron todos, las multinacionales, las contratos de Videla con la URSS, el "apoyo" argentino a EE.UU en Centroamérica; se abrió el camino por donde vino el neoliberalismo posterior.
Hoy la historia tiene protagonistas remixados, algunos saltaron de bando, otros dejaron las armas y la izquierda funcional está a la orden del día. No hay montoneros ni gente que crea en la patria socialista. Sólo grandes contratos entre amigotes, sin embargo, dos ideas se vuelven a debatir, diferentes a aquellas de los '70. El estado debe intervenir, el estado no debe intervenir para corregir algunas injusticias del mercado. Los agentes en juego son parecidos pero no iguales y siempre hay gente dispuesta a pulverizar la gobernabilidad de forma poco tradicional con tal que sus necesidades de liberalismo vuelvan al ruedo con mayor fuerza.
Nadie cree en brujas, pero que las...
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