martes, septiembre 29, 2009

Un nuevo panorama en Rosario marca una tendencia latinoamericana


Luego de las elecciones a concejales de la ciudad de Rosario, Argentina, se desprenden algunos síntomas de un fenómeno continental que parece comenzar en las Provincias Unidas del Río de la Plata: El crecimiento de fuerzas abiertamente de derecha liberal.

Si bien la elección legislativa siempre tiene menor polarización que las de cargos ejecutivos y con un solo tipo de cargo a definir no se presenta la situación como políticamente relevante, no es un detalle menor la pérdida de consenso, tanto del oficialismo socialista en la ciudad, como del oficialismo peronista a nivel nacional. Sin embargo, la capitalización mayor de esta merma se plantea en el espectro del PRO (Partido afin a las políticas del ex-presidente Menem), y la Unión Cívica Radical, encabezada por Jorge Boasso, dirigente más cercano al conservadurismo que a los avances sociales.

La buena elección de Alberto Cortés y la escasa participación ciudadana permitió que el Proyecto Sur obtuviera una banca en el concejo. Pero es ínfimo el porcentaje que representa comparado con la sorpresa del 9% de la candidata del PRO, Laura Weskamp, o con el crecimiento de la fórmula encabezada por Boasso - León.

Este breve panorama es un rebote de lo sucedido el 28 de junio a nivel nacional. Las corrientes de opinión popular plantean un cambio, ya que la crisis golpeó duro, pero quienes mejor absorven esas necesidades son aquellos que quieren un cambio para el retorno a las políticas de mercado. Los sectores nacionalistas, los de izquierda y los oficialismos no han sabido mostrarse como opción de futuro. La izquierda festeja la victoria de la derecha, pensando que la caída del gobierno los dejará en situación de terciar poder. En lo que respecta al oficialismo, ni en Rosario ni a nivel nacional saben reconocer las derrotas para replantearse las estrategias políticas a futuro.

Lo cierto es que los pronóstico de los encuestadores no estuvieron cerca del resultado final y que el clima frío y lluvioso también hizo reducir la participación. El descontento popular no tiene una dirección organizada y se representa en el escaso fervor político y en el voto al desconocido que "parece más honesto". La situación se cambia haciendo política y no negocios.

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