viernes, abril 04, 2008

La espantosa normalidad

Luego de los días de paro agrario, quedan muchas cosas en el tintero. Por unas semanas la población tuvo nuevamente la posibilidad de charlar lejos de los temas que imponen las vedettes y Tinelli. Y está bien que así sea. Que hablemos del modelo de país necesario. La partida quedó en tablas, ni el gobierno demostró al pueblo que su medida debía ser respaldada ciegamente, ni el sector agropecuario logró convencer a la población que ellos son los que hacen progresar al país.
Todos están en la gatera esperando la próxima contienda y en el medio están miles de argentinos que observan atónitos y tratan de tomar posición. A nadie se le escapa que parte de la suspensión de la medida agraria tiene que ver con la necesidad de liquidar la cosecha. Tampoco escapó al trabajador que los ruralistas no arriesgaron ni un poquito en la lucha, no como el obrero que cuando hace huelga, arriesga su salario y su puesto de trabajo. El campo nunca pensó en no vender la soja ni mucho menos quemarla. Sin embargo, tampoco la presidenta demuestra que su proyecto va contra las multinacionales: nunca tocó el petróleo -es más, se renovaron antes que se venzan los contratos, por 40 años más las concesiones en Santa Cruz y Chubut-No tomó medidas contra la extranjerización de las tierras y sigue llamando a los capitales externos a que vengan a invertir. Todos saben que si invierten 10 se llevan 20.
Ahora la bruta cotidianeidad se va a mantener con la gente espíando los precios del reabastecimiento y con un tufillo de que algo va a pasar nuevamente.

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