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El gobierno argentino puede tomar dos caminos bien claros, uno es radicalizarse y realizar las profundas reformas que el país necesita para lograr su autonomía económica y generar cuadros en los lugares claves antes de perder la presidencia, de modo tal que ante una posible ubicación como oposición el modelo sea irreversible y se prepare el terreno para volver. La otra posibilidad implica tejer una suerte de alianzas para intentar retener el poder luego de 2011, lo que implicaría ceder terreno a los liberales contra el modelo intervencionista y de unidad latinoamericana, y eso no le garantizaría tampoco una continuidad en el poder.
El petróleo, la minería, los ferrocarriles, el acercamiento a el Proyecto Sur, la apertura a nuevos dirigentes y la formación de una base popular siguen siendo las materias pendientes de este gobierno. Si Cristina Fernández continúa lamentándose por la derrota y le deja espacio al diálogo que propone Duhalde, difícilmente se recupere el rumbo de la reconstrucción nacional, ahora bien, si se logra imponer la nueva Ley de Medios Audiovisuales junto a la nacionalización del Comercio Exterior de Granos, más el avance en los items antes mencionados, entonces quien asuma la presidencia en dos años tendrá que sudar mucho para revertir esas medidas.